El flamante Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, afirmó en conferencia de prensa en Madrid: “A mí me encontrará la muerte con la pluma en la mano”, sin embargo, también se sabe que desde que fue nominado no ha podido encontrar sus momentos de concentración literaria como para continuar hilvanando historias alucinantes, como sólo él logra en cada proyecto libresco que realiza.
Esta esperada novela, cuya escritura ha sido "una gran aventura" para Vargas Llosa y le ha obligado a viajar al Congo y a Irlanda, y a sumergirse en épocas distantes y complejas, sale hoy a la venta en los países de habla hispana con una edición inicial de 500.000 ejemplares, la mitad de ellos en España, según dijo Pilar Reyes, directora de Alfaguara.
"El acoso periodístico no tiene límites", dijo Vargas Llosa antes de recordar cómo, a los veinte minutos de hacerse público el premio, su casa de Nueva York se vio invadida por periodistas y camarógrafos de todo el mundo. Al autor de "La ciudad y los perros" le dan "envidia los escritores que tienen vidas interesantísimas, infernales, demoníacas", pero no es así la suya.
A él le gusta su rutina de trabajo, pasar horas en las bibliotecas, cultivar la amistad y escuchar música clásica. "Mediocridades de este tipo me llenan la vida", señaló el escritor ante más de un centenar de periodistas de numerosos países.
Ganar el galardón más importante de las letras mundiales le obligó a suspender la escritura de "un pequeño ensayo" que tenía entre manos, "La civilización del espectáculo", confesó Vargas Llosa, que ya debe de tener algunas ideas para el discurso de recepción del Premio Nobel, el próximo 10 de diciembre, pero prefirió "guardar el secreto".
Su nueva novela, "El sueño del celta" está protagonizada por un personaje "fascinante", "visionario", "mitad héroe, mitad hombre normal", con sus "debilidades, incongruencias y contradicciones". Fue uno de los primeros europeos en denunciar las atrocidades cometidas por el colonialismo en el Congo y en la Amazonía.
La vida de Roger Casement (1864-1916), cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo de Joseph Conrad, es una buena prueba de que "cuando desaparece toda forma de legalidad y se restablece la ley del más fuerte, inmediatamente brota el salvajismo, la barbarie y extremos vertiginosos de crueldad", subrayó el autor de novelas como "La casa verde", "Conversación en La Catedral" o "La guerra del fin del mundo".
Esta esperada novela, cuya escritura ha sido "una gran aventura" para Vargas Llosa y le ha obligado a viajar al Congo y a Irlanda, y a sumergirse en épocas distantes y complejas, sale hoy a la venta en los países de habla hispana con una edición inicial de 500.000 ejemplares, la mitad de ellos en España, según dijo Pilar Reyes, directora de Alfaguara.
"El acoso periodístico no tiene límites", dijo Vargas Llosa antes de recordar cómo, a los veinte minutos de hacerse público el premio, su casa de Nueva York se vio invadida por periodistas y camarógrafos de todo el mundo. Al autor de "La ciudad y los perros" le dan "envidia los escritores que tienen vidas interesantísimas, infernales, demoníacas", pero no es así la suya.
A él le gusta su rutina de trabajo, pasar horas en las bibliotecas, cultivar la amistad y escuchar música clásica. "Mediocridades de este tipo me llenan la vida", señaló el escritor ante más de un centenar de periodistas de numerosos países.
Ganar el galardón más importante de las letras mundiales le obligó a suspender la escritura de "un pequeño ensayo" que tenía entre manos, "La civilización del espectáculo", confesó Vargas Llosa, que ya debe de tener algunas ideas para el discurso de recepción del Premio Nobel, el próximo 10 de diciembre, pero prefirió "guardar el secreto".
Su nueva novela, "El sueño del celta" está protagonizada por un personaje "fascinante", "visionario", "mitad héroe, mitad hombre normal", con sus "debilidades, incongruencias y contradicciones". Fue uno de los primeros europeos en denunciar las atrocidades cometidas por el colonialismo en el Congo y en la Amazonía.
La vida de Roger Casement (1864-1916), cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo de Joseph Conrad, es una buena prueba de que "cuando desaparece toda forma de legalidad y se restablece la ley del más fuerte, inmediatamente brota el salvajismo, la barbarie y extremos vertiginosos de crueldad", subrayó el autor de novelas como "La casa verde", "Conversación en La Catedral" o "La guerra del fin del mundo".
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