Juan Mujica
Cierto día de luna llena, los gigantes cíclopes sorprendieron a Guk, el centauro, muy cerca de sus cavernas, así que lo rodearon y con sus enormes y puntiagudas macanas amenazaban con hacerlo trizas. Sin embargo, su amigo Hak, el minotauro, quien pasaba por ahí, al verlo en problemas lanzó un feroz bramido que en realidad era un llamado de auxilio a las manadas de minotauros que anduvieran cerca de allí. En efecto, a los dos minutos, mientras los dos seres mitológicos intentaban no ser golpeados por los gigantes cíclopes, hicieron su aparición tres ejércitos de minotauros. Entre tanto, Guk, no tuvo más remedio que dar su respectivo llamado de auxilio, pero nadie aparecía.
Por lo que los tres ejércitos arremetieron ferozmente contra los gigantes cíclopes. No obstante, estos últimos también colisionaron con ferocidad ante los hombres toro. Y en cuestión de minutos yacían numerosos cuerpos ensangrentados. Así que la batalla había sido ganada por los titanes con macana. Y cuando ya nada había que hacer sino morir, aparecieron ocho ejércitos de centauros, que por su gran número atropellaron, golpearon y molieron a los ingentes cíclopes. Aquella sorprendente ayuda, conmocionó a Guk, y se preguntaba por qué lo ayudaron. Y al oír su pregunta, luego de una pausa, oyó el sonido de las olas que lo despertó. Regresando al mundo real.
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