viernes, 18 de marzo de 2011

Hades y el inframundo

Juan Mujica

El infierno es un lugar que nadie quiere ir, pero ni de visita. En la antigua Grecia, le decían el Hades, donde vivía el dios de los muertos, que llevaba el mismo nombre, y al que los romanos llamaban Plutón. Nadie que haya ido a dicho lugar ha regresado para contar cómo es. No obstante, cuentan los mitos populares que Hércules, hijo de Zeus, fue hasta ese lugar y luego de un enfrentamiento con Cancerbero, atrapó al perro diabólico, cumpliéndose así con uno más de los 12 trabajos que se le había encomendado.

-Padre, ya te he dicho que quiero quedarme en la Tierra con mi gente –aducía un Hércules tratando de convencer a su padre.
-Pero hijo, tú no eres solo un hombre. Eres una deidad y tu lugar es en el Olimpo con nosotros –enfatizaba Zeus, quien quería que Hércules viva entre los dioses como le corresponde siendo su hijo.
-Padre mío, yo crecí entre los mortales. Por favor, entiéndeme. Jamás quiero dejar la Tierra… aún después de la muerte.
-Jajajajaja, ni que te escuche Hades, porque querría que lo visites antes de tiempo. Comprendo que le agarraste cariño a la vida mundana. Sin embargo, sabes que siempre serás bienvenido aquí –pronunciaba el rey del Olimpo sentándose en su trono.
-Lo sé padre. Y te agradezco tu oferta, pero no quiero alejarme de los mortales. Allí crecí y allí quiero morir.
-Eso no sería necesario acá, y lo sabes –sonrió Zeus con cierta malicia y orgullo.
-Bueno, ya debo irme. Me dio gusto visitarte –se despidió el joven semidiós con una reverencia sobria.
-¡Y si quieres visitar el infierno… sabes que también eres bienvenido jajajaja! –expresó Hades con una insolente intromisión en la conversación ajena.
-No gracias, no quiero estar entre tus brasas. Al menos hasta que me llegue mi turno en el futuro –respondió Hércules al dios de los muertos.
-Ten por seguro que sí. Te estaremos esperando. Las almas pecadoras, Cancerbero y tus ganas de ser terrestre.
-Dalo por hecho, pero quién sabe si cambie de opinión el último día. Los dados del destino giran día y noche. Hasta luego,… tío Hades.


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