Juan Mujica
El desfile tuvo que interrumpirse por que habían algunos cráteres en el camino. Todos tuvieron que evadir dichos obstáculos y continuar con su acto festivo. Todas las cucarachas mutantes estaban con sus bombos y platillos, con sus flautas, con sus gaitas y hasta con sus guitarras eléctricas. Ya se imaginarán el ambiente que se vivía a su paso. Sin embargo, no había tanto público como se hubiera esperado. No había seres alados, terrestres ni submarinos. Así que el jefe del desfile empezó con su arenga al grupo de blatodeos:
-¡Compañeros blatodeos… el terreno está algo abrupto, pero no es óbice para nosotros, que hemos estado en esta tierra desde hace miles, o hasta millones de centurias!...
Sin embargo, no todos estaban conformes con los eufemismos y palabras alentadoras del jefe blatodeo. Y empezaron las exclamaciones rebeldes:
-¡Estamos cansados! ¡Tenemos hambre! ¡Descanso! –decían algunas voces que se hicieron escuchar.
-¡No tenemos tiempo para descansar! ¡Nosotros somos una legión de músicos de guerra! ¡Por tanto, debemos seguir adelante, ya que los formícidos nos llevan delantera! ¡¿Vamos a dejar que nos superen?! –preguntó con energía el líder de aquel grupo de blatodeos.
-¡¡¡No señor, no señor, no señor!!! –respondió el grupo como se le hubo adiestrado que contestaran a las arengas.
Así que aquellas cucarachas mutantes, haciendo caso al jefe del desfile, siguieron su rumbo para no ser alcanzados por las hormigas mutantes en aquel inigualable mundo de Ganimedes, que es una de la lunas de Júpiter.
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