En un lugar del altiplano; lejos,
pero, muy lejos de las ciudades se hallaba un pueblo llamado “Diablo”. Y como
todo pueblo tenía sus habitantes, y dichas personas como es de deducir solían
tener algunas diferencias, malentendidos, escaramuzas, por no decir peleas y
harto golpe. Sin embargo, la cuestión era que muy seguido aquella gente solía
tener discusiones. Por tanto, como es de deducir no había las suficientes autoridades
con quienes resolver sus problemas. Sin embargo, había un brujo llamado
Candelus; con quien acudían para sanarse de los males físicos o según ellos “espirituales”.
Además, había lo que llamaríamos un juez, llamado Inexorablus; el cual era la
única autoridad con quien resolvían sus problemas. No obstante, los habitantes
de Diablo poco a poco se fueron dando cuenta que necesitaban a alguien
imparcial y justo para que los defendieran. Por tal, Candelus invocó toda una
noche para que llegara un defensor. Una persona que pudiera ayudarlos, lo que llamaríamos
un abogado, pero que en esta historia se llamaría Paladinus. Muy temprano llegó
un día. Nadie sabía de donde apareció. Sin embargo, él se presentó y les
prometió que de ahora en adelante los ayudaría a resolver sus problemas cotidianos.
Y precisamente, los problemas no se hicieron esperar. Al día siguiente lo convocaron,
por un problema entre dos familias. Una de ellas afirmaba que cuatro caballos
les pertenecían, y la otra familia argumentaba lo mismo. Por tal, aunque
Paladinus no era un genio en las matemáticas, no dudó en sentenciar la
solución:
-Bueno señores, todos sabemos que,
los cuatro caballos no les puede pertenecer a las dos familias. Por tanto, que
propongo que cada familia se quede con dos caballos, y así no habrá injusticias-.
Y como si sus palabras fueron hipnóticas, las dos familias estuvieron de
acuerdo de llevarse dos de los equinos.
No
obstante, como los problemas aguardaban como un “efecto dominó”; el próximo
caso fue sobre una niña y un niño. Los padres alegaban que a ellos por
individual les pertenecían ambos. Sin embargo, Paladinus en ese momento sintió
como si tomara una limonada helada. Sin más peroratas, sentenció que el niño le
pertenecería al hombre hasta los trece años; y la niña del mismo modo le
pertenecería a la mujer hasta la misma edad; ultimó diciendo que cuando llegara
dicho tiempo que regresaran para legalizar el acuerdo.
Por
otro lado, como el destino nos pone pruebas para verificar nuestro talento; un
día convocaron al abogado por parte de Candelus y de Inexorablus. Ambos afirmaban
que no podrían seguir conviviendo en el mismo pueblo. Y dicha situación era
afirmada por la gente de Diablo. Y una vez puestas “sus barbas en remojo”, les
prometió una solución al día siguiente. Por tal que Paladinus, se pasó esa
misma noche, pensando y pensando, cavilando y cavilando. Hasta que se oyó el
canto de los gallos, y el abogado con sus dos ojeras, estaba muy preocupado y
sin una solución determinante. Cuando en eso, vio a las entradas del pueblo
unos turistas, y apresurándose a recibirlos les dijo:
-Bienvenidos a Diablo -expresó el
abogado-. Vienen justamente en el día en que se enfrentarán cara a cara y cuerpo
a cuerpo… el brujo y el juez de este pedazo de Tierra.
Mientras
tanto, ambos contendientes muy enfurecidos, esperaban la solución. Y de pronto,
vieron llegar forasteros. Aquello los extrañó mucho, y olvidaron por un momento
sus diferencias. Sin embargo, los turistas aguardaban al enfrentamiento. Y
viendo que no ocurría lo prometido. Todos ellos se abalanzaron y los lincharon.
Cuando en eso, el firmamento se oscureció y se presentaron rayos y truenos.
Haciendo acto de presencia lo increíble de lo increíble.
-¡Maldición, he tenido que
aparecer para resolver el conflicto! Desde
ahora ya no habrá brujo, ni juez, ni abogado. Declaro este pueblo… maldito
-rugió el mismo diablo, y calcinando a los tres personajes.
A
partir de ahí aquel pueblo se llamó “Maldito”, y se volvió un lugar turístico,
pero solo para ser visitado por otros diablos. ¿Qué qué pasó con los lugareños?
Se convirtieron en escritores de fantasía y ciencia ficción.
Esgrimista
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