lunes, 29 de marzo de 2021

Drones contra la pandemia (cuento)


 

-¡Miren, es un cangrejo gigante!

-¡No, es un arañón!

         Ni uno ni otro, lo que estaban viendo eran drones dirigidos a distancia; pero no eran como los recientes modelos. Se trataba de drones con cabeza humana. Puesto que a sus creadores les pareció una buena idea. No obstante, dichos drones estaban sobrevolando toda la capital. Se les vio en la cima del cerro San Cristóbal; otras personas aseguraron verlos sobrevolando el Jirón de la Unión; también se les pudo ver sobrevolando la Plaza Mayor; y como si fuera poco se les vio en las alturas del Parque Kennedy y en La Punta.

         Se trataba de batallar la proliferación del Coronavirus. Por tal que muchos científicos estaban monitoreando, el desplazamiento de dichos aparatos aéreos. No obstante, que a veces el tiro se escapa por la culata, sucedió que como mencionamos, que dichos drones tenían cabeza humana, y recordando que la Covid-19 se transmite de persona a persona, pero sobre todo de nariz a nariz o de boca en boca. Aconteció lo contraproducente. Dichos drones con cabeza humana en vez de apoyar contra la propagación del virus, lo propaló. Y cada vez que aquellos artefactos volaban bajo, había veces (como cualquier otro humano), estornudaban y/o tosían. Por lo cual, de esa manera contagiaron a mucha gente, y mientras más territorio sobrevolaban, el detrimento era mayor. Hasta que se tuvo que suspender su funcionamiento; pero, aunque suene cuento de ciencia ficción, dichos drones ya no eran controlables. Al parecer habían podido autocontrolarse, lo cual alarmó a los científicos y en general a toda la gente. Por tal, aquellos portadores de Coronavirus pasaron a ser una amenaza pública e incluso nacional. Y cuando parecía que eran indestructibles. Cuando parecía que no podían ser detenidos. Sucedió lo inesperado. La Covid-19 que tenían dentro de sí, pasó de asintomático a sintomático. Por lo cual, luego de 14 días empezaron todos aquellos drones con cabeza humana, a presentar los síntomas, y empezaron a caer como moscas. Uno a uno, y otro a otro; hasta que todos los drones fallecieron y/o ya no funcionaban. Y cuando las personas se les empezaron a acercar irresponsablemente para tocarlos, sobre todo atraídos por sus cabezas humanas, como kamikazes estallaron, uno por uno; y como consecuencia fueron afectados todos aquellos “curiosos”.

         No obstante, sucedió lo inesperado. Muchos levantaron la mirada, y…

-¡Es un cangrejo gigante!

-¡No, es un arañón!

         Sin embargo, no eran drones; se trataba de ovnis que tenían la misma apariencia. ¿Y qué pasó? Eso ya pertenece a otra historia.


Esgrimista

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