viernes, 19 de marzo de 2021

Su vida escalando (cuento)

 


En unos minutos despegaría aquel cohete, pero ya previamente el encargado de las escaleras estaba cumpliendo su función; y así los tripulantes pudieron ir subiendo y acomodándose en sus asientos, listos para realizar un nuevo viaje a alguna galaxia lejana.

-Llamando a Yerson de la torre de control. ¿Nos escuchas?

-Los escucho… fuerte y claro.

-Ok, entonces ya retírate del cohete, que ya va a despegar.

-Bien. Entendido torre de control.

         Y ustedes se imaginan, ¿cómo llegó Yerson a formar parte de la NASA? Les resumiré la historia: resulta que él creció en una familia muy humilde, por lo cual inició a aportar con la canasta familiar de su hogar, y en un principio ayudaba a su papá en el rutinario oficio de colocar flores en el cementerio más cercano a su vivienda. Por tal, que luego de unos meses se volvió ducho en la materia. Y le perdió el panorama sombrío de aquel panteón. No obstante, que cuando faltó negocio en aquel cementerio tuvo que “buscárselas” en otros cementerios. Y fue ahí que un señor vio su destreza con la escalera y le ofreció un puesto dentro de una compañía de bomberos. En ese momento, Yerson no lo pensó dos veces y aceptó dicha ocupación. Por lo que como imaginarán, en los siguientes meses el amigo escalerista ya estaba acostumbrado al gran sonido del camión de los bomberos, e incluso hubo veces que se le vio como un experimentado bombero, salvando vidas ante el asombro de toda la gente que lo observaba. Además, las palmas no se hicieron esperar, y llegó el momento en que tanto él y su familia estaban orgullosos. Y así se la pasó con aquella herramienta de trabajo, que desde muy pequeño le ayudó a subsistir: su escalera.

         No obstante, volviendo al presente, cuando todavía estaba trabajando en la NASA, cuando faltó un tripulante, preguntaron si había algún voluntario, y como es de esperar fue Yerson, quien levantó el brazo. Por tal que al subir una vez más dicha escalera, la cual en el otrora se la había acomodado a otros, sentía algo extraño. Un presentimiento, pero no le dio importancia. Fue así que el cohete despegó y como si fuera castigo etéreo, explosionó, perdiendo la vida todos sus tripulantes. Y cuando volvió en sí, se encontraba al inicio de una escalera, y una voz le decía que suba. Por tal, subió y subió, hasta que apenas y con un gran esfuerzo llegó hasta arriba, en lo que podríamos llamar las puertas del cielo.

-¿Dónde estoy? -preguntó Yerson, muy extrañado de tanta luz que enceguecía.

-Estás en el cielo, Yerson -le respondió el mismísimo San Pedro.

-¿Ya estoy muerto? -preguntó muy asustado y triste.

-Ahora estás en el cielo, sin embargo, debido a tu gran vocación de servicio en tu vida, volverás y se te encomendará una gran misión.

         Fue entonces que Yerson volvió a la vida y cuando recuperó el conocimiento, se vio en la puerta de un inmueble, que era en realidad una fábrica, que en cuanto vio un cartel en la entrada, no tuvo dudas e inmediatamente supo cual era su pronta misión, y el letrero decía: “Fábrica de escaleras Yerson”.


Esgrimista

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