-Atención, todas las unidades, se
está en busca de un sujeto que hurtó unas zapatillas de cristal. La descripción
del implicado es: vestía camisa azul, pantalón negro, zapatos cafés y tiene una
extraña forma de hablar, como el maestro Yoda de la “Guerra de las galaxias”
-reportaban por radio desde una de las comisarías, sobre aquel individuo
buscado por la justicia.
El incidente ocurrió hace dos
días, en un sofisticado y exclusivo baile de un club miraflorino. Las parejas
estaban con atuendos muy elegantes, tanto las damas como los caballeros.
Aquella noche sucedió el atraco. El sujeto buscado por la ley, conjuntamente
con otros dos cómplices, llegada la medianoche dieron varios tiros al aire, y
en medio de los gritos de las damas presentes, los hampones procedieron a
realizar su fechoría. No obstante, cuando pudieron haberse robado muchas cosas
valiosas, como celulares, joyas, dinero en efectivo, tarjetas de banco, en fin,
extrañamente se llevaron las zapatillas de cristal de la homenajeada en dicho
baile. Sin embargo, uno de los asistentes a dicho evento apretó un botón, que
estaba destinado a llamar a la policía. Y cuando los malechores ya se estaban
retirando, entraron en escena los policías. A lo que el jefe de los asaltantes
les gritó a sus compañeros:
-¡Vamos, largarnos de aquí
debemos, si es que a la cárcel irnos presos no queremos!
Todo pasó tan rápido que los
hampones, tuvieron que dar tiros al aire, para hacerse paso entre los
invitados. Sin embargo, la policía logró capturar a uno de los secuaces. Terminando
aquella noche, con los efectivos pidiéndoles a los asistentes que se retiren, y
citando a algunos de los presentes para que brinden su testimonio.
-Vamos, camina, camina -le decía
uno de los policías al detenido, el cual ya se temía los malos tratos y un
infinito interrogatorio.
Una vez en la comisaría,
empezaron a hacerle las preguntas de rutina. Es decir, nombres completos, edad,
alias, oficio (si es que lo tenía), prontuariado, etc. No obstante, ante tanta
presión, aquel detenido en un arranque de locura le arrebató el revólver a uno
de los guardias y se dio un certero balazo en la sien. Muriendo en el acto.
Todos los policías presentes se asombraron del hecho. Quizá que el reciente
suicida estaba muy asustado por las amenazas que siempre les hacía su jefe. Que
ni se atrevan a hablar porque de un pistoletazo les volarían la cabeza y haría
lo mismo con sus familias. Es posible que el que se quitó la vida, temía
aquella amenaza. No obstante, se organizó un plan de acción y se buscó al jefe
de aquellos hampones hasta debajo de las piedras. Sin embargo, lo que casi
nadie sabía era que dichas zapatillas contaban con un sistema de GPS, por lo
cual, se empezó a rastrear las zapatillas. Y luego de algunos minutos, se dio
con las coordenadas de dichos calzados. La policía sin más miramientos, fueron
a la dirección donde habían localizado al jefe de los hampones con sus secuaces.
-¡Yoda, los tenemos rodeados!
-salgan con los brazos en alto y nadie resultará herido.
-Sí arrestarnos ustedes quieren, vengan
y acérquense si valor tienen.
-Ya están advertidos. Solo les
daremos un minuto, o abriremos fuego -expresaba uno de los oficiales de
policía.
No obstante, en ese momento
apareció el hado padrino de Yoda. Le dijo que qué quería. Y él se acercó a su oído
y le dijo su petición. Por lo que, con unos movimientos de su varita mágica,
cumplió con sus peticiones. Volvió en infantes de pañal a los policías, y a sus
patrulleros en carritos a pilas. Y a Yoda y sus secuaces los limpió de culpa,
es decir, borró de los expedientes su prontuariado. No obstante, como aquel
hado padrino estaba a favor del bien, y sabía perfectamente que Yoda y los
suyos eran delincuentes. También los volvió infantes de pañal, como para que empezaran
sus vidas de nuevo. Y para finalizar tomó aquellas zapatillas hurtadas. Se las
llevó a la dama que procedían y ella estuvo tan agradecida que le pidió que
transformara aquellos calzados en su príncipe azul. Por tal, dicho y hecho, con
unos movimientos de su varita mágica convirtió aquellas zapatillas en un
policía de uniforme azul.
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