Aquellos ruidos eran muy
extraños. Ya habían pasado tres días y en sus respectivas noches se volvían a
repetir.
-Buenos días, vecino. Mi pareja y
yo vivimos en la casa del costado. Y ya van tres noches en que escuchamos
sonidos extraños. Comprendemos que no son nuestros inquilinos, pero es que nos
está resultando muy incómodo toda esa bulla -expresó Charles, muy fastidiado y
ojeroso.
-Qué tal, buen día. No sé a qué
ruidos se refiere. Nosotros en aquellos tres días hemos dormido como rocas. Sin
ninguna molestia. ¿Está seguro que no lo soñó? -respondió el vecino del costado,
llamado Samuel.
-Ok, espero que no se vuelvan a
repetir aquellos ruidos que ni siquiera identificamos -indicó Charles,
despidiéndose de su vecino Samuel.
Charles comentó aquella visita
que le hizo a su vecino del costado a su mujer, y lo que le contestó.
-Qué extraño, parece que el
vecino tiene tapados los oídos y que no escucharía ni una bomba atómica
-comentó Silvia, la mujer de Charles, también fastidiada por aquellos misteriosos
sonidos.
-Si pues, y ni siquiera es un
anciano. Es un hombre cincuentón quizá, pero es muy extraño que no haya
escuchado nada. Bueno, como le dije a él, esperemos que ya no haya más bullicio
en las siguientes noches -finalizó el esposo.
Un detalle de aquella pareja es
que les gustaba distraerse en diferentes pasatiempos. Gozaban con los juegos de
video, asistían a numerosos conciertos, iban a karaokes, funciones de teatro,
veían de manera presencial partidos de futbol, y en su casa no dudaban en escuchar
radio y televisión a muy alto volumen. Es decir, que a pesar que parecía que no
les incomodaban aquellas experiencias. No toleraban ser despertados por ruidos
nocturnos. Y como por arte de magia, pasó una semana y pudieron dormir
tranquilos. Cada mañana de ese tiempo, se levantaban de muy buen ánimo. Y
continuaron con sus pasatiempos. No obstante, pasada aquella semana de calma,
volvieron a escuchar aquellos sonidos. Así que Charles y Silvia, sin
importarles que fueran las 2 de la madrugada, le tocaron la puerta a su vecino.
No obstante, luego de 2 minutos se abrió la puerta y vieron a otra persona que
los atendió:
-Buenas noches señor, sabemos que
es muy tarde, pero queríamos hablar con el señor Samuel. Queríamos… -comentaba
Charles, como queriendo saber qué estaba sucediendo.
-Buenas noches vecino. Si le
hubiera abierto mi mujer le abría dado un sartenazo. Bueno, les diré que el
señor Samuel ya descansa en paz. Falleció hace una semana. Ahora estamos mi
mujer y yo. Así que si me permiten queremos seguir durmiendo y no vuelvan a
tocarnos la puerta, o la próxima abrirá mi mujer y yo llamaré a la policía.
Buenas noches -cerró la conversación el nuevo vecino de al lado, muy molesto al
igual que su mujer.
Charles y Silvia, una vez que ya
estuvieron dentro de su casa, se extrañaron de aquella repentina muerte de su
vecino Samuel. Tan joven y lleno de vida. No les quedó otra que acostarse y
tratar de dormir. Luego de una semana volvieron a escuchar los ruidos que
provenían de la casa de al lado. Por lo que Charles y su mujer no soportaron y
decidieron llamar a la policía. Charles colgó el teléfono y en diez minutos se
hicieron presentes. Les explicaron el motivo de la llamada. No obstante, uno de
los efectivos les comentó que, en aquella casa, hace una semana habían
fallecido las dos personas que la habitaban. En ese momento, Charles y Silvia
nuevamente se sorprendieron e incluso se asustaron de aquellas recientes
muertes. Así que con las explicaciones del caso la policía procedió a
retirarse. Luego de aquella escalofriante noche, la pareja decidió mudarse a
otra casa. Pensando que volverían a pasar noches tranquilas. Sin embargo, una
vez que ya terminó la mudanza y se establecieron. Continuaron sus vidas, pero
para su fatal suerte volvieron a escuchar aquellos ruidos ininteligibles. Así
que la pareja, nuevamente reaccionó y le tocaron la puerta a su vecino. Pasaron
dos minutos y abrió la puerta un anciano. Un viejito setentón, que también
estaba fastidiado e incómodo con la clandestina visita. Charles y Silvia le
reclamaron por los sonidos ininteligibles que oían durante las noches. Y fueron
tanto los detalles que le dijeron, que incluyeron la muerte de sus vecinos
anteriores, que aquel ancianito resultó ser un psiquiatra, y que les dijo que
su caso de ellos era un problema clínico. Que fueran a un centro médico para
pacientes con alteraciones mentales. Finalmente, la parejita le hizo caso a su
vecino psiquiatra, y contaron lo de sus múltiples pasatiempos, por lo que les
diagnosticaron que aquella bulla surgía de sus propias mentes como resultado de
sus apasionantes distracciones bulliciosas. La pareja pasó a tratamiento, y
cuando regresaron para agradecer a su vecino psiquiatra. Tocaron su puerta, y
volvieron a tocar, pero no abrían. Hasta que otro vecino al oír tantos golpes
en la puerta, abrió y les informó:
-Señores, ya no busquen a don
Gervasio. Falleció hace tres días. Sin embargo, les comento que hace tres días
todos los vecinos hemos escuchado ruidos extraños y no podemos dormir hasta
ahora. Ya llamamos a un curita para que eche agua bendita a ver si así dejan de
penar.
Esgrimista
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