jueves, 11 de marzo de 2021

Zombis en Día de Brujas (cuento)

 


Lo que vieron fue zombis acéfalos, de pie y que en una mano tenían su cabeza y en la otra una vela. Y con su voz característica expresaban:

-¡Haaalloweennn! ¡Haaalloweennn!

Dicha experiencia los hizo gritar como nunca habían gritado. Los niños soltaron los dulces y los adultos también estaban muy espantados. Lo peculiar es que todos estaban vestidos como zombis. Salieron corriendo de ahí y daban gritos pidiendo auxilio, pero la gente que los veían, creyó, que se trataba de una performance para asustar a otros. No obstante, para que les creyeran se sacaron las máscaras, y justo pasaba por ahí un patrullero. Se detuvo, y los adultos del grupo les dijeron a los policías que en su casa habían encontrado zombis reales sin cabeza y que no sabían qué hacer. Así que uno de los efectivos, a sabiendas que anteriormente otra familia les había reportado la misma historia. Les pidió que se calmaran y aprovechando que detrás vino otro patrullero tuvieron que acomodarse, y ambas unidades fueron a la casa de aquella familia. Y como suele pasar en las películas de espantos, al ingresar a la vivienda todo estaba en orden. Uno de los oficiales les pidió que se calmaran, que no existían aquellos muertos vivientes que se metan en las casas. Y por su parte, la familia observaba los diferentes contornos de su casa, pero como decía el oficial todo estaba en orden y no había rastros de aquellos zombis, y ni siquiera había ningún indicio de sangre. La policía se retiró y les pidió que se calmen, que todo había sido fruto de su imaginación.

-Familia, calmémonos. Sé que todos hemos sido testigos de aquellos muertos vivientes. Ha sido inexplicable, pero ya pasó. Fue solo una aterradora experiencia. Ahora, descansemos que mañana iremos al cementerio, ya que el día 2 de noviembre es Día de los Muertos y va mucha gente -expresaba Analía, a quien su esposo llamaba a veces Anubis.

-Así es. Todo ya pasó. Cosas como esta suelen pasar en películas de terror. Como dice mamá, solo fue una mala vivencia, y así que quitémonos estos disfraces de zombis -señaló Manuel, a quien su esposa a veces le decía Moon Ra.

Esa noche fue tranquila. Los niños, quienes fueron los más asustados, luego de dos horas recién pudieron alcanzar a Morfeo. Ellos eran Odagio, a quien llamaban Odín, y el otro niño era Aladino, a quien llamaban Alá. Ambos pudieron dormir hasta el otro día. Hasta que a la mañana siguiente:

-Vamos familia. Hoy tenemos que ir a "visitar" a los abuelos -dijo Moon Ra, secundado por Anubis.

Se vistieron formalmente y arrancó su automóvil, que a propósito dichos padres sabían que lo habían conseguido en una barata, puesto que sus dueños anteriores habían sido baleados. Toda una familia fue asesinada y encima que le habían conjurado una maldición, pero que ni Anubis ni Moon Ra habían dado importancia. Llegaron al cementerio, al viejo panteón donde descansan en paz los restos mortales de toda clase de gente. No obstante, parecía como cualquier día. No había mucha gente, puesto que era 1 de noviembre. Fecha que se celebra Día de los Santos. Bajaron del automóvil maldito y se dirigieron a la tumba de los abuelos como cada primer día de noviembre. Para su sorpresa, la tierra donde normalmente había pasto, había sido removida. Como si los abuelos hubieran salido. Ello impactó mucho a Odín y Alá, y del mismo modo sus padres se preguntaban qué había pasado. Miraron a sus alrededores y solo vieron a un viejito de barbas grises, que portaba un manojo de llaves a la altura de su cintura.

-Señor, disculpe. ¡Señor!

-¿Sí, díganme?

-¿Sabe qué ha pasado? Muchas de las tumbas han sido escarbadas. Como si los muertos habrían escapado y fugado -preguntó Anubis, a la espera de una explicación al igual que toda la familia.

-¿Qué no saben? Jajaja. Desde ayer estuvieron de fiesta aquí. Y muchos salieron como lo que son… zombis. A propósito que Mamapacha y Wiracocha, también salieron y dijeron que iban a ir a visitarlos.

-¿Quiénes dice? -preguntó Moon Ra.

-Los abuelos de los niños… de Odín y Alá. Y será mejor que regresen a casa, pues de seguro les llevarán los dulces, que les iban a llevar ayer -expresó aquel viejecillo, con una sonrisa fantasmal.

-Vamos, Anubis. Los abuelos deben estar esperando. De seguro están como zombis. Llama a la policía, llama a la morgue y sobre todo… llama a otro escritor que cambie esta historia.

 

Esgrimista

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