En un planeta desconocido, y en
una galaxia muy lejana; existía la rivalidad entre dos ejércitos. Uno de ellos
se hacía llamar “cerebro”, y se jactaban de tomar sus decisiones de manera
intelectual y haciendo uso de sus mentes. No había nada que no decidieran sin
utilizar el planteamiento cerebral. Por otro lado, estaban sus rivales; una
etnia llamada “corazón”; y esta última era lo más opuesta de sus enemigos.
Dícese que, para tomar sus determinaciones, hacían uso de su lado sentimental.
No había nada que hicieran, así como así. Siempre tomaban la mejor opción
haciendo uso de su estigma, es decir, con su rasgo que palpitaba hasta el
último de sus días.
Y
como en toda historia siempre hay un conflicto; pues el conflicto estaba en relación
a la cacería de un león, llamado Felium; del cual se decía que su órgano
palpitante era de rubí. Aunque suene inverosímil, dicha leyenda era cierta;
pero otra realidad era que el mismo león tenía su cráneo hecho de diamante. En
estos momentos, de seguro que muchos lectores ya están interesándose más por la
historia. Pues bien, luego de mucho blablabla, ambos ejércitos tomaron la
decisión de cazar a dicho león; cada cual por su propia conveniencia. El líder
de corazón, es decir, Amax dio la voz de abalanzarse sobre el feroz felino.
Mientras que el líder de cerebro, llamado Crán, ordenó a su hueste dirigirse a
cazar a dicho felino. Por tal que el león al verse acorralado, optó por entrar
en una gran cueva; no obstante, dicho lugar era un recinto espeleológico que no
permitía que ingresen muchos personajes; y estando el león dentro solo se
permitía el acceso a los dos líderes. Fue así que primero ingresó Amax, en
busca del rubí, y a pesar que era un lugar muy oscuro y lleno de insectos,
roedores y toda clase de rocas; el líder de corazón portando en una mano una
antorcha y en la otra una lanza, arremetió contra el felino. No obstante,
dentro de un lapso de tiempo se oyó un rugido y un grito que dedujeron que era
de Amax. Pasaron cinco minutos y ya no se oía nada. Por lo cual, Crán ante la
expectativa de su ejército, no tenía más opción que ingresar para obtener el diamante
de aquel felino. Fue así que tomando aire y con el mínimo valor que le quedaba;
también ingresó con una antorcha en la mano y en la otra mano tenía un gran
pedazo de carne. Por lo cual, no se oyó ningún rugido ni onomatopeya alguna. Y
luego de algunos minutos salieron los dos. Crán incluso salió cabalgando al
león, ante la sorpresa y la ovación general. Pero, ¿qué había pasado? Felium estuvo
muy hambriento, pero además estaba herido. Por lo cual, cuando entró Amax, el
famélico animal lo devoró sin miramientos; no obstante, cuando ingresó Crán, no
solo siguió alimentando al león, sino que lo curó de una astilla que tenía en
una pata, y le quitó una piedrecilla que tenía en una de sus muelas. Por tanto,
el líder de cerebro y su gente se ganaron la “amistad” de Felium. Demostrando
en esta oportunidad que cerebro le ganó a corazón. No obstante, se hicieron
tan, pero tan amigos del león, que dejaron de lado matarlo para obtener el
diamante. Por lo cual, aunque parezca mentira, Amax, ya siendo un espíritu,
manifestó en su condición, que “no siempre gana cerebro, ni tampoco corazón”.
Esgrimista
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