miércoles, 31 de marzo de 2021

El día que se apagó el Sol (cuento)

 


Muchos pensaban que era un prolongado eclipse total, pero la cuestión era que el astro rey había dejado de brillar en todo el mundo. Por tanto, el pánico no se hizo esperar. En muchas partes de nuestro planeta los relojes indicaban horas de la mañana, pero el Sol “brillaba por su ausencia”. No tardaron en aparecer millones de personas con sus velas en las manos. Incluso existían los grupos electrógenos, pero que tarde o temprano se les acababa la energía. El tema se volcó al escenario astronómico, y los astrónomos de varias potencias declararon que no se trataba de ningún eclipse total; sino que simple y llanamente, el Sol ya no estaba en su lugar.

-Colega, ¿qué opina de esta situación?

-Es algo inaudito. Jamás había pasado nada similar.

         Se cuestionaban los astrónomos, y además se dieron cuenta que la estrella enana también abandonó de su brillo a los demás miembros del Sistema Solar.

-¿Qué habrá pasado con Helio? -sostuvo Júpiter, quien por su magnitud sería uno de los más afectados.

-¿De qué te quejas… si tú estuviste siempre más cerca de su calor luminoso? -respondió Plutón, quien encima todavía tenía que soportar la exclusión por parte de los humanos, de no estar considerado como planeta del Sistema Solar.

-Un momento -intervino la Tierra, quien hace rato levantaba la mano para intervenir-. Es cierto que Helio no aparece por ningún lado. Y, que de no volver, todos y cada uno de nosotros nos volveremos como los llaman los humanos unos “témpanos”. Así que propongo buscar a otro astro rey, para que nos proporcione de calor luminoso.

         Todos estuvieron de acuerdo, pero la pregunta salió a flote de inmediato… ¿Dónde buscarían otra estrella, enana o grande? En ese momento, el silencio inundó el Sistema Solar.

-Yo propongo que pidamos ayuda en otros Sistemas de la Vía Láctea -propuso Mercurio, quien extrañaba tanto a Helio, y que nunca se imaginó que le haría falta, ahora más que nunca.

         Sin embargo, a falta de iluminación, cada planeta tuvo que conseguirse su antorcha para poder ver el horizonte y el firmamento. En ese momento, tanto los terrestres como las demás formas de vida de los otros planetas del Sistema Solar, ya estaban siendo afectados por la falta de calor. Por tanto, sentían frio, mucho frío. Mucho más que si estuvieran en la Antártida. Hasta que sin que nadie lo imaginara se oyó una voz que entró en escena:

-¿Me buscaban? -dijo una voz misteriosa.

         En eso, los planetas voltearon y pudieron ver a Helio con toda su plenitud; y como es lógico llovieron un océano de interrogantes. Y él se adelantó en contarles que necesitaba un tiempo de vacaciones. Y que lo había hecho; pero la ida y la vuelta fueron a velocidad luz.

-¿Entienden? Me tenía que dar un paseíto, pero ya estoy de vuelta. Y disculpen que no avisé mis pequeñas vacaciones.

-Vaya, vaya, así que te largaste sin avisar. ¿Te das cuenta que muchos seres vivientes han muerto del puro frío? -expresó Marte, quien también era consciente que en sus terrenos había vida, que también sufrió sus gélidas consecuencias.

-…. Pero eso no es todo. Por tu culpa hay una fila de estrellas “haciendo casting” para reemplazarte. ¿Qué les vamos a decir? ¿Qué les vamos a decir? ¡Despierta, despierta!

         En eso, los párpados de una luciérnaga se abrieron. Es decir, despertó, y se vio rodeada de otras luciérnagas, quienes en castigo a su amodorramiento le quitaron su facultad de brillar, y solo le quedó pensar:

-¡Otra vez el apagón!


Esgrimista

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