Durante todo el verano le fue
bien, pero cuando fue pasando el tiempo su clientela bajo, y bajó y bajó más.
Estaba prácticamente en la quiebra. Y pasó del desánimo a la depresión. Su “fábrica”
que ha propósito estaba en su misma casita de esteras, era testigo de su mala
suerte en su negocio. No obstante, que cuando menos se lo esperaba lo visitó un
viejo amigo, y al contemplarlo para reconocerlo, el ánimo fue mutuo:
-¡Fortunato! ¡Cuánto tiempo!
-¡Serafio! ¡A los años amigo!
Fue
entonces que el fabricante de sombreros, le contó a su amigo su desdicha. Fue
entonces que su amigo le contó que ahora estaba hecho un hombre de ciencia
mezclado con la parapsicología. Y le prometió a su amigo que resolvería su
problema.
-Muéstrame tus sombreros, Serafio
-le dijo su amigo ante la incertidumbre del sombrerero.
-Vaya, vaya, no veo en tus
sombreros nada anormal. Tu único problema es que ya no estamos en verano
-expresó Fortunato, pero en esos momentos maquinaba la forma de sacar a flote
el negocio de su amigo-. Déjame ir a mi casa, traeré algunas herramientas y volveré
como relámpago.
Entonces,
Serafio aprovecho para degustar un pan con mantequilla con un cafecito, y luego
se recostó. No obstante, luego de un parpadeo Fortunato ya estaba de vuelta con
un costal plateado.
-¿Qué es todo eso amigo?
-Son solo algunas herramientas,
pero no te preocupes. Déjame que yo haré exitoso tu negocio.
Serafio
no lo podía creer. ¿Cómo haría exitoso su negocio en quiebra? Fue entonces que
luego que los relojes dieran varias vueltas, Fortunato le anunció a su amigo
que había triunfado.
-Mira, ¿qué te parece?
-A ver, a ver explícame…
-Pues verás, he logrado que quien
se ponga tus sombreros, cuando uno de nosotros tenga puesto este sombrero
luminoso, automáticamente podremos leerle la mente. ¿Qué te parece, Serafio?
-¡Increíble! ¡Sensacionalmente increíble!
-Así es amigo, y eso nos volverá
muy ricos… ¡Muy ricos!
Fue
entonces que la situación del fabricante de sombreros, de un día para otro
permutó. Y ahora, cuando la gente se ponía los sombreros que les vendía
Serafio, pues que teniendo puesto el sombrero matriz, podía leer la mente de
toda la gente que usaba dichos sombreros. No obstante, como la fortuna, e
incluso la de Fortunato, a veces puede cambiar. Un día recibió la visita de un
hipnotizador, y le increpó que había descubierto la manipulación de las mentes colectivas.
Y que por eso había perdido muchos clientes. Por tal, que Serafio, le dijo que
toda la maquinación había sido posible gracias a su amigo Fortunato. Y al
escuchar ese nombre, le dio “calambre en el cerebro”. Al parecer dicho
hipnotizador conocía a Fortunato. Y sin más cháchara, se fue, raudo y
vertiginoso. Al día siguiente, salió en los periódicos:
HIPNOTIZADOR Y TELÉPATA LINCHADOS
POR MULTITUD DE COLEGAS “SERRUCHADOS”
Esgrimista
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