Dorada
época inmortal,
surgiste
en los andes imponentes,
y al
tiempo le hiciste un portal,
venciendo
todo en forma eminente.
La
agricultura gran tesoro,
su
cosecha potencial riqueza,
gandulear
grave desdoro,
no había
pretextos de flaqueza.
Heliólatra
fue su devoción,
con la
mascaypacha portando,
la máxima
veneración,
era el
Inca representando.
Si de
guerra preguntaban,
siete
ejércitos fervorosos,
denodados
atacaban,
y a la
puesta victoriosos.
Su oro no
era valorable,
lo
utilizaban de ornamento,
qué
arquitectura admirable,
no
requiriendo cemento.
Cortemos
la alienada venda,
de los
incas somos sucesores,
evitemos
que el Perú se ofenda,
no
permitiendo más invasores.
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