-Muere, muere, jaja. ¿Qué? ¿Te
dolió? -expresaba un niño de cierta ciudad llamado Sadonio Pérez, en momentos
en que se encontraba matando a una rata con un ladrillo, en su azotea.
Todo comenzó cuando era aún más
pequeño y un día se le ocurrió clavarle alfileres a las cucarachas que
encontraba ocasionalmente en su casa. Lo consideraba divertido. Y como
obviamente los insectos no chillan, pues por tanto no crecía en él ningún
sentimiento de culpa. Es así que este niño tenía una mascota. Se trataba de un
gato negro al que llamó Sombrío. Él era considerado de la familia, y siempre
estaba al lado del niño en sus incursiones enfermizas (por decirlo de algún
modo). Sin embargo, llegó el tiempo de la pandemia, por tanto, el confinamiento
tuvo que ser efectivo en aquella ciudad, pero en general en el mundo. Es así
que Sadonio tuvo que adecuarse a vivir encerrado, y solo podía salir con alguno
de sus padres, pero siempre cerca a su domicilio. Así que, en esas
oportunidades, paseaba por los jardines y siempre encontraba víctimas. La
mayoría eran lombrices, escarabajos, hormigas, mariposas, en fin, todo un
regimiento de personajes a los cuales a él le parecían seres kamikases, los
cuales terminaban siendo clavados con alfileres que pedía a sus padres para sus
"juegos". Y luego que realizaban estos crímenes miraba a Sombrío,
como queriendo compartir el goce de complicidad con su gato, que Sadonio
pensaba que también disfrutaba aquellos actos. Luego, en momentos en que se
encontraba dentro de la casa, oía todo el tiempo noticias de la pandemia. Y las
recomendaciones que debían realizar para evitar los contagios. Dichas
informaciones entraban por el oído derecho de Sadonio y les salían por el
izquierdo. Él solo quería pasar este tiempo de encierro con su pasatiempo. No
obstante, este niño como cualquier otro de estos tiempos, se conectaba a
Internet y en ocasiones buscaba información. Algunas le parecían interesantes,
pero otras simplemente lo aburrían. Sin embargo, un día le llegó un mensaje a
su correo electrónico que decía "Te estoy viendo". Aquel mensaje le
pareció a Sadonio muy extraño, ya que en la parte del remitente aparecían tres
puntos. Por un momento se puso a pensar y creyó que alguno de sus amigos le
había enviado este mensaje. Sin embargo, pasadas algunas horas olvidó el tema y
continuó con sus quehaceres. Pero Sadonio, se cansó de sacrificar insectos y
prosiguió con "pasatiempos" más interesantes. Por lo que subió a su
azotea una vez más y se puso en plan de cacería. Y para su sorpresa encontró
una rata negra, e inmediatamente se dispuso a cazarla. No quería desaprovechar
la oportunidad en estos tiempos tan aburridos de la pandemia. Cogió un garrote
que encontró y prosiguió la cacería. Corrió y corrió para que no se le escape,
y por momentos miraba a Sombrío e incluso le ordenaba que también la
persiguiera, pero su gatuno animal apenas se acercaba, y no comprendía siquiera
lo que Sadonio le indicaba. Hasta que la tuvo acorralada y sin más miramientos
le atinó un gran garrotazo, que fue tan certero, que salpicó la sangre y murió
en el acto. El niño, es decir, el "raticida", estaba muy contento por
su cacería exitosa. Miraba a Sombrío como queriendo que él también diera saltos
y brincos de alegría. No obstante, con aquella acción el niño había perdido la
capacidad de compasión hacia los seres vivos. Estando listo para subir de nivel
en sus actos. No tardando en experimentar con el perro del vecino. Lo persiguió
con un cuchillo de cocina y le dio un certero corte, y otro, y otro. Muriendo
en el acto. Sadonio había perdido la capacidad de sentir culpabilidad. Así que
estaba listo para asesinar a personas. No obstante, a la mañana siguiente
encontró en su jardín algo que lo aterró. Se trataba de Sombrío, su gato y
compañero de cacerías. Crucificado y sin vida, chorreando su sangre gatuna.
Sadonio experimentó un sentimiento de tristeza. Fue así que acongojado se
conectó a Internet, y para su sorpresa volvieron a enviarle un correo
electrónico. Nuevamente vio como remitente aquellos tres puntos. Abrió el
correo y leyó el mensaje que decía "Cuidado con lo que haces". Esto
impactó al niño una vez más, y al querer retirarse para dirigirse a pensar en
este crimen, al cerrar el mensaje el remitente cambió de los tres puntos, y
ahora decía Sadonio Pérez.
Esgrimista
No hay comentarios:
Publicar un comentario