viernes, 5 de marzo de 2021

Puerta vs. Anaquel (cuento)



-Como puerta de esta casa tengo miles de anécdotas que contar. Precisamente en los años 80, cuando relevé a una puerta de madera. Ahí empezó toda clase de experiencias. He visto de todo, y no me refiero a la tradicional visita de testigos de Jehová o evangélicos. Yo como puerta de fierro, pero con vidrios, he sido testigo de muchas vivencias. Como una mañana en que se oyó un fuerte ruido, y los habitantes de la casa se alarmaron, pero ¿qué había ocurrido? Pues que, con aquellos elevados grados de calor, el piso se levantó y fue muy difícil abrirme. La familia comenta a veces aquella ocasión…

-Un momento. Es posible que ser la puerta de la casa sea distractivo de peripecias, pero nosotros los anaqueles también hemos visto mucho. Desde hipopótamos enciclopédicos, libros de toda clase de géneros e incluso el libro de la Constitución del país. Cómo disfrutábamos sentir ingresar libros de Vargas Llosa, Bryce Echenique, Alonso Cueto, García Márquez, y más aún libros de Julio Verne. Cuánta impaciencia para que nuestros dueños se inmersan en aquellas lecturas exquisitas. Además…

-Bueno, es posible que ser un anaquel también tenga lo suyo, pero no todo es felicidad. Recuerdo que uno de los miembros de la familia tenía la mala costumbre de cerrarme “ferozmente”, y aunque le decían repetidas veces que no lo haga, no entendía. Y como todo hecho tiene consecuencias, varias veces tuvieron que llamar a un cerrajero-soldador, o no sé si decir soldador-cerrajero. El asunto es que pasaban los años y varias veces han tenido que repararme. Y cómo no olvidar aquella vez en que el jefe de familia me dejó cerrado y no podía entrar, por lo cual tuvo que romper el vidrio de mi ventanilla para poder abrirme. Sin embargo, luego tuvo que retirar a golpes los vidrios sobrantes de mi ventanilla, con lo cual hizo tanto ruido, que creo que lo escucharon hasta los muertos del cementerio más próximo…

-Vaya, vaya, así que no dudo que tuviste cosas interesantes que contar, pero nosotros también como anaqueles, fuimos testigos de ingreso de muchos libros. Sobre todo, colecciones. Recuerdo aquella de Julio Ramón Ribeyro, colecciones de libros de ciencia ficción, e incluso colecciones de mitos de los cinco continentes. Cómo nos gustaba que entraban y salían de nosotros. No obstante, llegado un tiempo que ya prácticamente no había más espacio. Siendo una solución práctica que uno de mis dueños participó en ferias donde se vendían toda clase de objetos, como ropa, zapatos, antigüedades, aparatos de segunda mano, y por supuesto libros. Lo recuerdo muy bien… o al menos recuerdo cuando uno de mis dueños salía muy temprano con su maleta rodante llena de libros. Eso fue realmente muy…

-Es posible que haya sido muy interesante albergar a tantos libros, y que te hayan hecho una especie de liposucción. Sin embargo, uno de mis dueños en un tiempo organizaba pequeñas fiestas, pero con el tiempo se convertían en reuniones de cumpleaños. Veía que entraban con piqueos, comida chatarra, botellones de gaseosas y por supuesto la infaltable cerveza y/o el vino. No obstante, en los últimos tiempos la alegría y la armonía estaban presentes en fechas como la Navidad y el Año Nuevo. El infaltable Nacimiento con sus luces y el arbolito también, que en muchas sociedades es una tradición. Esos momentos si que eran hermosos, y reinaba la paz. Incluso…

-Disculpa que te interrumpa, pero nos vino a la mente un libro sobre la matemática alemana María Reiche. Aquel libro fue un regalo de un excompañero que en cierta oportunidad salió de uno de nosotros a las manos de su nuevo dueño. Cómo iba a pensar que los libros estarían presentes en su futura vida. Además, mi dueño tuvo la oportunidad de ver a un pintoresco personaje vender uno de sus libros en un conocido parque de la ciudad. Y que le dijo que solo de eso vivía. Pasaron los años y mi dueño se convirtió en escritor, y recién comprendió lo duro y difícil que es vivir solo de vender sus libros. Además…

-Ahora me toca a mí. Solo opinar que como los humanos han acuñado “si esta casa hablara”. En más de 30 años mi estructura, es decir, yo he visto muchas cosas, e incluso cosas que no debiera ver. Así que solo deseo cerrar esta conversación diciendo que de no ser por mí nada de lo que hay en esta casa habría podido entrar. Todo ha sido bajo mi consentimiento, hasta el mismo aire y ni si quiera el mismísimo Lucifer. 


Esgrimista


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