Juan Mujica
Había un circo que había sido abandonado por todos sus integrantes. Por falta de presupuesto se fue el hombre bala, la mujer barbuda, los enanos, los payasos, el hombre fuerte, hasta su familia lo abandonó.
-Señor cirquero… ¿dónde están sus artistas? ¿Ya no va haber función? –preguntó un niño inocentemente al dueño.
-No hijo, ya no va haber función. Todos se fueron porque hubo problemas.
-Señor cirquero… ¿y ahora que va hacer? ¿Ya no va a trabajar? –volvió a preguntar el niño casi insolentemente.
-Mira niño, yo tengo varios proyectos. Si esa gente se fue, ya no importa. Yo puedo hacer dinero en otros menesteres –respondió el dueño del circo, pero con cierto titubeo.
-Señor cirquero –volvió a preguntar el niño cerrado en su terquedad-. ¿Y a dónde se fueron los artistas?
-Ah bueno, ellos también se fueron a trabajar en otros proyectos, o en otros circos.
-Señor cirquero –volvió a preguntar el afanoso niño que quería respuestas a todo por parte de aquel pobre hombre que ya no sabía qué responderle-. ¿Y sus proyectos serán rentables?
-¡Oye niño… ¿por qué tanta pregunta?! ¿Quién eres tú?
-Soy el hijo del cirquero donde están los artistas que lo abandonaron.
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