Juan Mujica
Libro de cuentos: "Tintero Irreverente"
Desde hace millones de años cuando recién se formaba nuestro planeta, debido al intenso calor que provenía del astro rey no había vida orgánica ni inorgánica. Tan sólo un pedazo de tierra a la que se llamó pangea y dicho terreno estaba rodeado de cantidades descomunales de agua, a la que se llamó pantalasa. Y dicen los científicos que gracias a una transformación del oxigeno en estado alotrópico se formó un manto que hasta nuestros días nos protege. Un domo que nos salva de los rayos ultravioleta. Más que un domo se le conoce como capa. Y esa capa es la que hoy en día está bastante maltratada y dicen que hasta tiene un orificio gigantesco. Es la Capa de Ozono, la que desde hace millones de años nos sirve de escudo. Pero ¿somos conscientes del daño que le hacemos? Y me refiero a las guerras mundiales, a la industrialización, a las películas de guerra y al transporte público. Todo eso y más perjudican aquel manto protector.
Sin embargo, en algún tiempo dicha capa estuvo a punto de desaparecer, por las razones que ya mencionamos y también porque el calentamiento global hubo llegado a niveles dantescos e inesperados. Los rayos del sol parece que afectaron como nunca antes lo habían hecho. Irradiando su infernal calor, tanto que hasta Lucifer empezó a sudar. Y en la Tierra los hombres de ciencia y los meteorólogos, pronosticaron que nuestra Capa de Ozono se encontraba en estado de emergencia. Por lo que se dio la alerta roja en todo el mundo. Se convocó a los científicos más ilustres para ver si se hallaba una solución. Pero ya reunidos, se golpeaban la cabeza pensando y evaluando las probabilidades. Hasta que un norteamericano dijo:
-Si ozonizamos más cantidad de oxigeno, de seguro que podremos renovar el domo.
Todos lo miraron hasta que un japonés agregó:
- Podría ser, pero ¿cómo colocar el oxígeno ozonizado en la Capa de Ozono que está en estado gaseoso?
En ese momento se oyeron murmullos que fueron sucedidos por un gran silencio, y como si fuera relato de chiste habló un peruano:
-Me parece que aún no tenemos la tecnología como para reparar nosotros mismos nuestra capa, sin embargo, podríamos pedirle ayuda a los seres extraterrestres que viven en nuestro planeta.
El planteamiento del peruano parecía sacado de una película de ficción, pero hubo otros científicos que corroboraron su idea. Y juntos se reunieron para ver la forma de comunicarse con ellos. Al día siguiente ellos y algunos más con ayuda de un radar súper potente estaban registrando el movimiento de materia orgánica en el polo norte. Así que se alistaron y partieron para allá con todo su equipamiento. Pero para mala suerte se encontraron con un grupo de osos polares muy hambrientos que les dieron un buen susto. Pero eso no los desanimó. Vieron de nuevo el radar portátil que era una especie de laptop, en el que pudieron detectar vida muy lejos de ahí, en las cuevas de Altamira, en España. Subieron de nuevo a los helicópteros y se alejaron de ahí hacia su nuevo destino. Pero un nuevo susto los alertó. Una bandada de murciélagos enfadados por haberlos interrumpido en pleno apareamiento. Los científicos empezaban a desanimarse.
Hasta que vieron en el radar un vehículo aéreo moverse en Marcahuasi, Perú. Fueron inmediatamente. Y el más sorprendido era el peruano, que aparte conocía de aquel lugar místico. Los demás se asombraron con aquellas figuras humanas talladas en las rocas, pero el peruano les explicó que eso era un enigma, que no se sabía si era obra de humanos o de la naturaleza. Y los demás se asombraron aún más y empezaron a tomar fotografías. Hasta que descendieron casi anocheciendo. Viendo que el radar seguía delatando la presencia de vida orgánica cerca de ahí. Luego de unos miramientos al lugar decidieron acampar para pasar la noche en Marcahuasi. Días después se darían cuenta que las fotos se velaron y hasta las de las cámaras digitales no salieron.
Cuando amaneció se dieron cuenta que hacía un frío tremendo a pesar que estaban bien abrigados. Y lo más curioso era que el radar seguía señalando que estaban muy cerca de unos cuerpos con vida. Así que un tanto asustados decidieron separarse –obviamente luego de haberse tomado un café caliente-, para peinar el terreno. A su paso seguían asombrados por las piedras talladas y algunos seguían tomando fotos. Tres eran los grupos de científicos que estaban buscando a los extraterrestres pero no los encontraban. Sin embargo, uno de ellos, quien era peruano halló una cueva y les avisó a los de su grupo, que eran de otras nacionalidades, pero que todos se comunicaban con el idioma inglés. Entraron muy suspicaces y prendieron sus grandes linternas. La sorpresa fue masiva cuando encontraron las paredes escarchadas, el techo pulido y el piso tapizado de azul. No podían creerlo, y en ese momento todos pensaron que era obra de otros humanos. Pero la cueva era espaciosa y siguieron avanzando. Esta vez encontraron muebles sofisticados que parecían computadoras sacadas de películas de ciencia ficción. Entre ellos se miraban y seguían avanzando. Fue entonces que oyeron voces de más al fondo, voces enérgicas que los asustaron. Así que salieron corriendo de allí y buscaron a los otros grupos.
Pero los demás estaban casi perdidos zigzagueando las rocas que encontraban en su camino. Y otro grupo encontró un túnel que parecía llegar al mismo infierno. Al principio dudaron pero daba la casualidad que del interior sentían un delicioso olor, como si hubiera un buffet allá abajo. Así que decidieron internarse en el túnel oloroso. Iban bajando y comentaban los posibles olores que les parecía percibir. Ellos también tenían grandes linternas, pero las luces se perdían en el fondo. Hasta que diez metros en el subsuelo llegaron a una especie de gran salón. Donde había colocadas en orden unas mesas enormes y cabe la casualidad que estaban llenas de comida. Y aunque eran unos platillos que jamás habían visto, la cuestión era que despedían un olor exquisito. Los científicos empezaban a segregar saliva de la boca. Y aunque un tanto recelosos uno a uno se animó a degustar los manjares que estaban sobre las mesas. Cuando le dieron el visto bueno a tales delicias, agarraron confianza y literalmente tragaban usando las dos manos. Dejando de lado las básicas reglas de buenos modales que en ese momento a nadie le importaba. Una vez llenos y saciados, se sentían muy pesados como para regresar, así que por mayoría de votos decidieron quedarse a retozar para que baje la comida. Quedándose totalmente dormidos e inconscientes. Pasando así dos horas.
Por lo pronto, el tercer grupo de este relato se topó con una especie de cabaña gigante, de donde salieron humanoides de apariencia amable, aunque luego de un momento recién hablaron en inglés. Eran seres del espacio exterior que hace mucho habían llegado a la Tierra y se habían mimetizado con los terrícolas, pero no vivían en las ciudades sino en lugares apartados. Y luego que todos se habían encontrado, los extraterrestres les explicaron que lo que encontró el primer grupo fue su laboratorio. Después lo que encontró el segundo grupo fue su cocina y comedor. Por último, lo que estaban viendo como una enorme cabaña, era sólo para cubrir su ingente nave espacial. Sólo una de ellas, porque las demás están ocultas en el resto del planeta en lugares insospechados. Una vez aclarado esto, los científicos humanos les explicaban –a la vez que apreciaban su irradiación azul a manera de aura-, que necesitaban su ayuda para salvar la Capa de Ozono. Al principio no les entendían a qué capa se referían, pero después comprendieron de qué se trataba.
Estos humanoides se hacían llamar “cerúleos”, o al menos esa era la traducción más aproximada al término en su lengua espacial. Entonces humanos y cerúleos se pusieron a conversar de ideas científicas y términos especializados que a ambas partes les causaba problema en descifrar. Hasta que al fin se llegó a un entendimiento y los extraterrestres accedieron a ayudar a los científicos a salvar el manto protector que era tan útil para ambas partes. Ya que los extraterrestres se sentían como terrestres oficialmente instalados. Y dicho y hecho pusieron en práctica su ciencia y tecnología como lo habían prometido. Primero en la nave….. o en la cabaña gigante tuvieron una reunión los cerúleos. Conversaron entre ellos sobre el estado del susodicho domo ozonizado. Y entre ellos como en toda civilización tenían sus grandes personajes, digamos sus propios científicos.
Estos humanoides se hacían llamar “cerúleos”, o al menos esa era la traducción más aproximada al término en su lengua espacial. Entonces humanos y cerúleos se pusieron a conversar de ideas científicas y términos especializados que a ambas partes les causaba problema en descifrar. Hasta que al fin se llegó a un entendimiento y los extraterrestres accedieron a ayudar a los científicos a salvar el manto protector que era tan útil para ambas partes. Ya que los extraterrestres se sentían como terrestres oficialmente instalados. Y dicho y hecho pusieron en práctica su ciencia y tecnología como lo habían prometido. Primero en la nave….. o en la cabaña gigante tuvieron una reunión los cerúleos. Conversaron entre ellos sobre el estado del susodicho domo ozonizado. Y entre ellos como en toda civilización tenían sus grandes personajes, digamos sus propios científicos.
Así que inmediatamente utilizaron su ciencia, pero para esto necesitaron comunicarse con los demás cerúleos ubicados en distintas partes del planeta. Y debían hacer la operación restauradora desde afuera. Por lo que sincronizadamente sus compañeros subieron a sus naves y rodearon la Tierra. Para esto ya todos los humanos estaban al tanto de los pormenores, sobre todo la prensa. Y en todos los canales se veían las posiciones de las grandes naves. Y una vez que coordinaron, rociaron un extraño gas que era inofensivo para los seres vivientes. Necesitaron rociar casi por dos horas para que cubra toda la Tierra. Todo el planeta durante ese tiempo estuvo en una extraña penumbra amarillezca, pero al final se informó a los humanos que todo había sido un éxito. Situación que constataron los científicos humanos. Efectivamente, la Capa de Ozono había sido renovada y ya no tenía aquel orificio desgastado por nuestra irresponsabilidad. En ese momento nos sentíamos en deuda con aquellos seres. Y en unanimidad los científicos les dijeron que si habría algún modo de corresponder al gran favor. Oportunidad que fue aprovechada por los extraterrestres:
-Deseamos vivir entre los humanos como iguales –anunció uno de los líderes.
En ese momento entre todos se miraron hasta que casi telepáticamente asintieron a la petición con un sí colectivo. A partir de ese momento los humanoides de irradiación azul salieron de sus escondites, y poblaron y se mezclaron con los terrícolas. Y no sólo aprendimos de su ciencia y viceversa, sino que nuestra raza se mezcló con la suya, dando origen a un nuevo tipo de criaturas. Quizá esto nunca pasó, pero ¿no cree que sería alucinante?
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